Preámbulo.
A las maestras y los maestros,
doña Pepita, doña Juanita, don José Castillo, doña Teresa, don Julio, don José Pérez, doña Dorita, don Antonio, don Jesús, don Adolfo el hijo de Piedad, don Manuel el hijo del boticario.
Paco, y Juan, el lerenes. Juan francisco, el de Vicente manecicas. Don Juan, el de los Anteros y sus sobrinas del Puente las Juntas. Paqui, la de Juan fdez. Paco, el morrao. Melchor, el de Fernando el herrador. Piedad, la del cananeo. Antonio, el de minero. Antonio, el de Narcisa. Paco, el faldones. Paquita, la de Presenta. Santi, el fragüero. Juan, el de Luisa. José María, su hermana Encarni y su prima Piedad, la parrancana. Paco, el cojo. Los hermanos Padilla ( David, Marina...). Antonio, el ñoño. Casilda. MariCarmen Ocaña. José Manuel, el de la posá. Juan, el de escullar. Antonio Ángel, el de Joaquín el tres libras…
Sin orden, sin tiempo, incompleta, pero que aspira a servir de homenaje a todo un pueblo que ha sabido empapar a su gente de ese saber milenario.
…y por noviembre,
no sé porqué, impreciso y muy difuminado en mi recuerdo aparece el día del maestro.
Y se me asoma en forma de puertecilla pequeñilla, muda, intangible, quieta, en uno de los callejones de la calle Real, callejón de los maestros, doña Teresa y don José.
Y me brota del ser con la misma ceguera de transparencia con la que el rayo, culebrina blancaynegra, en nuestras sierras se encenaga de tormenta.
Pero en el recuerdo, como brillito de estrella, dulce, con sonrisa serena, mi madre me llega nítida llamando en la puertecilla con voz bajita: - ¡Adela! ¡ Adela!
Y es entonces, cuando esa puertecilla se me abre dando a luz un patio sombrío, y en él, como una estampa pegada a la pared, Adela, criada de los maestros, que seca, pero amable, nos pregunta: - ¿qué queréis?
Mi madre, después de preguntarle por doña Teresa, le muestra una cestilla de caña que destapa un poco: - queremos regalar por el día de los maestros estos huevos.
Adela, sin despegarse de la pared y con mirada atravesá, los toma uno a uno con cuidado y los va poniendo en otra cesta de mimbre más grande, donde hay muchos más.
En mi recuerdo, Adela, imprecisa, se desvanece y emerge de la misma pared, doña Teresa que, ya con dimensión, se nos aproxima con lentitud y muy amable, esbozando una sonrisa, me dice: - ¡Gracias, nena!
Es un recuerdo que por estos días, año tras año, cuando el membrillo sueña su otoño,me llega.
La Escuela Abulense.
Montessori, Paolo Freire, Magdalena Fuentes, Concepción Arenal, Claparede, María Carbonell, Luis Vives..., es la historia de la Educación. A partir de ahora, es mi deseo que se incluyan nombres cercanos a nosotros, que aporten los rasgos de identidad de nuestra escuela milenaria . Pero en esta trilogía, mi intención es sólo recordar a tres pedagogos de generaciones diferentes, que nos han hecho crecer a lo largo de siglos. Han sido y son maestros que se hicieron pequeños para sentir lo insignificante: educar.
Dejo a otros el reto de profundizar en las aportaciones pedagógicas que la Escuela Abulense ha hecho y va haciendo en el campo de la Educación.
Sole Venegas.